Dime qué compras y comes y te diré cómo eres

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Esta semana quiero hablar de lo que más me gusta… mmmm bueno de las cosas buenas de la vida en verdad (Freud era el que hablaba de las 3 C: Comer, Cagar y Culiar??) –> LA COMIDA

Como verán me gustaría categorizar a personas, catalogar o encasillar. Todos lo hacemos, a cada rato y en cada momento: de palabra, pensamiento, obra, pelambre, envidia, de aburridos. Esta vez quiero hablar acerca de cómo lo que compramos en el supermercado y qué comemos nos coloca en una categoría social… cuático!

Recorriendo el supermercado, lo que últimamente se ha convertido en un momento realmente disfrutable (siempre lo ha sido pero ahora lo verbalizo y disfruto), me doy cuenta de cómo nos comportamos socialmente en ese lugar, para mí completamente hecho para que uno enloquezca (pienso en qué quiero comer, con quién, de qué forma sería choro hacer tal wea… y así). Dentro del supermercado, y mirando los carros uno se da cuenta al toque de lo que quieren (o al menos eso aparentan) las personas.

  • La Nana con lista. Wea más snob no puedo encontrar… si le gusta cagar me imagino que le gustará saber qué quiere comprar para comer… Y eso no creo que dependa de una nana. Mal, si esa pobre mujer que sufre con lo que ella no puede comprar figura en el supermercado con su tenida de trabajo… que de paso también venden ahí mismo!…. Habla de que sus patrones son una basura humana, incapaces de definir qué quieren comer en la semana o el mes y completamente flojos. Ella compra lo justo, lo que aparece en la lista y considera necesario para la casa (que por lo demás no es suya).
  • La señora que quiere adelgazar (muchas veces ya es un esqueleto con patas) y por su puesto que toda su familia esté en la misma frecuencia. Todo es verde, todo lo light la motiva… como un gatito persiguiendo una luz roja de algún flaite laser. Para mí este tipo de mujeres sufren por dentro… como que dan la impresión de llenar con lo «light» el vacío provocado por el marido-trabajador-macho cabrío-proveedor que las abandona gran parte del tiempo o por los hijos que deben andar en algún viaje o estudiando en otro lugar (gastando su plata, en verdad). Pobre mujer… aunque igual envidiable su vida de gimnasio – manicure – ir a buscar a los niños en la van – pasear entre el supermercado y el café con las amigas. Compra lo que dice «orgánico», «bajo en grasas», «alto en fibra», «0% colesterol».»Gorda», disfrute el paseo al supermercado y peque con algo con grasa o invite al cuico de su marido a comprar con usted… aunque se arranque a ver el pasillo de vinos, al menos la acompañó… dese un gusto gorda, se lo merece «haciéndose cargo de todo en la casa» (sinónimo de mandar a la nana a hacer las cosas, obvio).
  • El marido-pololo inútil. Es ese weon que sin la lista se siente como la Mary Rose y la Julita caminando por Franklin: LOST!. A veces figuran con su tenida deportiva (que usan completa, es decir con el juego mismo como vio que vestían al maniquí), o bien con la tenida de la pega. No cachan que hay un orden en ese lugar, caminan como sin destino, algo así como un gato con los bigotes cortados. Amigo, perro-zorrón páselo bien y «entienda» lo que la señora quiere… si ella no puede ir y le pide que compre algo pa la once… espera más que el pan con vienesa pues, lleve una champañita… polvo seguro!. Generalmente estos tipos sin lista compran todo lo que la señora anteriormente descrita jamás miraría… y de seguro terminará comiendo weas light pasado los 40 cuando el corazón les falle.
  • La (el) platuda (o). Acá no entraré a decir si es cuica o cuico o si son ABC1 o no… porque simplemente tienen plata, nada más. Nunca olvidaré una vez que me encontré con una amiga en el supermercado y la ayudé a encontrar unas aceitunas rellenas con anchoas que «te morí’ lo ricas», después buscamos un pesto «es que te morí’ lo salvaje que queda sobre unas brusquetas con queso crema gordo». Bueno lo cómico de esto es que al despedirnos me dice que esto es un relleno nomás, que le faltaban estas cositas porque parece que tenía «convidados» en la semana: $120.000 en un relleno semanal!!!. Acá también encajan los viejos guatones, con camisita el fin de semana (dentro del pantalón) y zapatos lustrozos que se pasean con el jamón serrano y el vino (por lo demás el más caro), estos tipos disfrutan de lo que ven porque algo tienen que ver o están relacionados con la fruta que se vende ahí (conocen o son ellos mismos los exportadores), los vinos (manejan una viña o tienen unos amigos agrónomos ahí), etc.
  • La deportista, ella se dedica a pasearse en buzo, que a diferencia del caso del marido-pololo inútil sí da gusto mirar y luce bien. Compra lo mismo de la señora ABC1 y disfruta cuando los viejos cuicos o los reponedores le miran ese culo que tanto sudor le ha sacado.
  • El deportista. Acá habría que separar a los «barquillos» de los «deportistas honestos«. El barquillo es este tipo que olvidó completamente fortalecer su tren inferior… y es fácil reconocerlo porque muestran muy apretadamente (y poco vestida) su figura superior a riesgo de que se le arranque algún niple de la musculosa, pero basta mirar las cañuelitas para entender que algo no está bien. Estos tipos compran toda la proteína que pueda imaginar (huevos, pollo, carne, huevos, pollo, carne, huevos…) y casi nada de otras cosas. En cambio el «deportista honesto» vendría siendo el tipo que quiere moverse un poco, que mira a los barquillos y los envidia en verdad, al menos hace el esfuerzo. Su lista de compras o su carrito tiene mitad cosas con proteínas y weas livianas y mitad todo lo necesario para mandarse el desquite semanal con la tonta chela y el buen asado… consecuente y aterrizado compadre… me sumo!
  • El falso elegante. Acá cabe destacar a la dama o varón que conoces de la pega o de algún carrete y cometía los errores clásicos del la «falsa elegancia» (hablar fuerte, nombrar a amigos pudientes, dejar en evidencia que cuentan con una basta lista de «contactos», no sueltan la papa de la boca, y podría seguir… se entiende, verdad?). Bueno estas personas son así en público y uno igual queda pensando en lo infuyente que pueden ser, pero cuando chocas con ellos en el supermercado y es inevitable mirar el carro que pasean se nos caen de ese pedestal «fancy» y cambian de categoría abruptamente: Son flaites!. Cómo notarlo?, fácil… llevan todo de la marca del supermercado (líder-acuenta, merkat-unimarc… los conozco porque los compro obvio!) y además todo es feo, es como un carro disarmónico. El pañal más barato, junto al pack de oferta de galletas y el pack de oferta de lavalozas, etc. Ellos no se preocupan del sabor, se preocupan de el objetivo que es comer y vivir… para lo demás está su «puesta en escena» de falsa elegancia.
  • La secretaria golosa. Es la más golosa de la oficina o de la pega en general. Son estas personas adorables que lo único que hacen es acariciar con algo dulce a sus invitados o a su jefe. Su único pecado es disfrutar de la comida. Entonces figuran en el supermercado con tenida de trabajo, obvio, sus taquitos que parecieran que les quedan chicos junto a una anatomía en evidente sobrepeso que arriesga con sacar más de algún ojo con esos botones a punto de estallar… pero son adorables y da lo mismo que te pegue un botonazo, huelen rico y son tan buenas pal diente que da gusto tenerlas de compinches en la oficina…. comida asegurada y una cómplice del antojo.

Estimados lectores… espero con esto no ganarme ningún adversario… si se ve reconocido en alguna de estas categorías sepa bien que es la idea!!

 

 

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